Un Monstruo Viene a Verme (Reseña)

Un poema audiovisual para aprender a decir adiós.

Basada en la novela de Patrick Nees, llevada al cine por Juan Antonio Bayona  en una coproducción entre España y Estados Unidos. Combina de una manera peculiar el CGI con un drama intenso, al principio algo monótono y un tanto confuso.

Al transcurrir la historia, se entreteje la complejidad de los pocos personajes y aquellos universos individuales por los que está compuesto parte de una realidad que se torna más psicológica, que de cierta manera, transgrede al plano físico.

La historia es sumamente minimalista, pero con universos tan complejos dentro de una misma narrativa, que es fácil perderse en el mar de sensaciones y elementos visuales que proyectan lo más profundo del hilo de la narración. Son un montón de puntos para unir,  Sólo aquellos que cada logre ubicar dentro la historia, serán los que le brindarán sentido y significado unipersonal, de todo lo que sucede en los espacios con los personajes.

Es curioso ver de una manera tan magistral cómo, el arte es demasiado subjetivo, cuando se hace con ese propósito. La historia es visible de la misma manera para cada persona, pero las sensaciones son diferentes, según el espectador. Los personajes tocan un elemento susceptible en todos los seres humanos: "El Amor".

No todos entendemos el amor de la misma manera, y dentro de los múltiples tipos de amor, todos tenemos algo que amamos,  pensar en perderlo, y aún peor, soñar con perderlo, por que se ama demasiado, es una sensación indescriptible que cada uno podrá identificar a su manera.

Un monstruo viene a verme es de esas películas que se deben ver una sola vez, y aferrarse a aquella sensación cruda y visceral que nos brinda la primera impresión sobre cada uno de los espacios, personajes y sobre todo, de las historias, porque una historia no significa lo mismo para todos, y según quien la cuenta, todo puede cambiar. Un poco de los que nos deja martillando en la cabeza a mi criterio es: no todos son buenos por completo ni tampoco malos hasta la raíz. No se sabe cuando aparecerá alguien o algo en el camino que nos mostrará más allá de lo que vemos en el espejo.